De camino a Emaús
13 Aquel mismo dÃa dos de ellos se dirigÃan a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.
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Iban conversando sobre todo lo que habÃa acontecido.
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Sucedió que, mientras hablaban y discutÃan, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos;
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pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados.
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—¿Qué vienen discutiendo por el camino? —les preguntó.Se detuvieron, cabizbajos;
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y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo:—¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente?
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—¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó.—Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo.
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Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron;
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pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimirÃa a Israel. Es más, ya hace tres dÃas que sucedió todo esto.
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También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro
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pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habÃan aparecido unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo.
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Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habÃan dicho las mujeres, pero a él no lo vieron.
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—¡Qué torpes son ustedes —les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas!
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¿Acaso no tenÃa que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?
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Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se referÃa a él en todas las Escrituras.
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Al acercarse al pueblo adonde se dirigÃan, Jesús hizo como que iba más lejos.
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Pero ellos insistieron:—Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche.Asà que entró para quedarse con ellos.
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Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio.
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Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.
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Se decÃan el uno al otro:—¿No ardÃa nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?
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Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allà encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos.
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«¡Es cierto! —decÃan—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón».
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Los dos, por su parte, contaron lo que les habÃa sucedido en el camino, y cómo habÃan reconocido a Jesús cuando partió el pan.
Jesús se aparece a los discÃpulos
36 TodavÃa estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo:—Paz a ustedes.
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Aterrorizados, creyeron que veÃan a un espÃritu.
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—¿Por qué se asustan tanto? —les preguntó—. ¿Por qué les vienen dudas?
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Miren mis manos y mis pies. ¡Soy yo mismo! Tóquenme y vean; un espÃritu no tiene carne ni huesos, como ven que los tengo yo.
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Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
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Como ellos no acababan de creerlo a causa de la alegrÃa y del asombro, les preguntó:—¿Tienen aquà algo de comer?
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Le dieron un pedazo de pescado asado,
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asà que lo tomó y se lo comió delante de ellos. Luego les dijo:
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—Cuando todavÃa estaba yo con ustedes, les decÃa que tenÃa que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mà en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
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Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras.
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—Esto es lo que está escrito —les explicó—: que el Cristo padecerá y resucitará al tercer dÃa,
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y en su nombre se predicarán el arrepentimiento y el perdón de pecados a todas las naciones, comenzando por Jerusalén.
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Ustedes son testigos de estas cosas.
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Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre; pero ustedes quédense en la ciudad hasta que sean revestidos del poder de lo alto.