14
            
Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los príncipes de los sacerdotes
      
 
      
            
              15
            
y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le señalaron treinta 
piezas de plata
      
 
      
            
              16
            
Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle
      
 
      
            
              17
            
Y el primer día 
de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que aderecemos para ti para comer la Pascua
      
 
      
            
              18
            
Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa haré la Pascua con mis discípulos
      
 
      
            
              19
            
Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y aderezaron la Pascua
      
 
      
            
              20
            
Y como fue la tarde del día, se sentó 
a la mesa con los doce
      
 
      
            
              21
            
Y comiendo ellos, dijo: De cierto os digo, que uno de vosotros me ha de entregar
      
 
      
            
              22
            
Y entristecidos 
ellos en gran manera, comenzó cada uno de ellos a decirle: ¿Soy yo, Señor
      
 
      
            
              23
            
Entonces él respondiendo, dijo: El que mete la mano conmigo en el plato, ese me ha de entregar
      
 
      
            
              24
            
A la verdad el Hijo del hombre va, como está escrito de él, mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! Bueno le fuera al tal hombre no haber nacido
      
 
      
            
              25
            
Entonces respondiendo Judas, que le entregaba, dijo: ¿Por ventura soy yo, Maestro? Le dice: Tú lo has dicho
      
 
      
            
              26
            
Y comiendo ellos, tomó Jesús el pan, y habiendo dado gracias, lo partió, y dio a 
sus discípulos, y dijo: Tomad, comed. Esto es mi cuerpo
      
 
      
            
              27
            
Y tomando el vaso, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de él todos
      
 
      
            
              28
            
porque esto es mi sangre del Nuevo Testamento, la cual es derramada por muchos para remisión de 
los pecados
      
 
      
            
              29
            
Y os digo, 
que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día, cuando lo tengo que beber nuevo con vosotros en el Reino de mi Padre
      
 
      
            
              30
            
Y habiendo cantado 
un himno, salieron al monte de las Olivas
      
 
      
            
              31
            
Entonces Jesús les dice: Todos vosotros seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al Pastor, y las ovejas de la manada serán dispersas
      
 
      
            
              32
            
Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea
      
 
      
            
              33
            
Y respondiendo Pedro, le dijo: Aunque todos sean escandalizados en ti, yo nunca seré escandalizado
      
 
      
            
              34
            
Jesús le dice: De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces
      
 
      
            
              35
            
Le dice Pedro: Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo
      
 
      
            
              36
            
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dice a los discípulos: Sentaos aquí, hasta que vaya allí y ore
      
 
      
            
              37
            
Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera
      
 
      
            
              38
            
Entonces Jesús les dice: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo
      
 
      
            
              39
            
Y yéndose un poco más adelante, se postró sobre su rostro, orando, y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí este vaso; pero no como yo quiero, sino como tú
      
 
      
            
              40
            
Y vino a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿
Así no habéis podido velar conmigo una hora
      
 
      
            
              41
            
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está presto, mas la carne débil
      
 
      
            
              42
            
Otra vez fue, segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede este vaso pasar de mí sin que 
yo lo beba, hágase tu voluntad
      
 
      
            
              43
            
Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos estaban agravados
      
 
      
            
              44
            
Y dejándolos se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras
      
 
      
            
              45
            
Entonces vino a sus discípulos y les dice: Dormid ya, y descansad; he aquí ha llegado la hora, y el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores
      
 
      
            
              46
            
Levantaos, vamos; he aquí ha llegado el que me ha entregado
      
 
      
            
              47
            
Y hablando aún él, he aquí Judas, uno de los doce, vino, y con él muchas personas con espadas y bastones, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los ancianos del pueblo
      
 
      
            
              48
            
Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, aquel es; prendedle
      
 
      
            
              49
            
Y luego que llegó a Jesús, dijo: Hallas gozo, Maestro. Y le besó
      
 
      
            
              50
            
Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces llegaron, y echaron mano a Jesús, y le prendieron
      
 
      
            
              51
            
Y he aquí, uno de los que 
estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó una oreja
      
 
      
            
              52
            
Entonces Jesús le dice: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán
      
 
      
            
              53
            
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles
      
 
      
            
              54
            
¿Cómo, pues, se cumplirían las Escrituras, 
de que así tiene que ser
      
 
      
            
              55
            
En aquella hora dijo Jesús a la multitud: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y con bastones a prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el Templo, y no me prendisteis
      
 
      
            
              56
            
Mas todo esto se hace, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos huyeron, dejándole
      
 
      
            
              57
            
Y ellos, prendieron a Jesús, 
y le llevaron a Caifás sumo sacerdote, donde los escribas y los ancianos estaban juntos
      
 
      
            
              58
            
Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, estaba sentado con los criados, para ver el fin
      
 
      
            
              59
            
Y los príncipes de los sacerdotes, y los ancianos, y todo el consejo, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte
      
 
      
            
              60
            
y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se llegaban, 
aun no lo hallaron; mas a la postre vinieron dos testigos falsos
      
 
      
            
              61
            
que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el Templo de Dios, y en tres días reedificarlo
      
 
      
            
              62
            
Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti
      
 
      
            
              63
            
Mas Jesús callaba. Respondiendo el sumo sacerdote, le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, Hijo de Dios
      
 
      
            
              64
            
Jesús le dijo: Tú 
lo has dicho; y aun os digo, que desde ahora habéis de ver al Hijo del hombre sentado a la diestra de la potencia, y que viene en las nubes del cielo
      
 
      
            
              65
            
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestidos, diciendo: Ha blasfemado; ¿qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora habéis oído su blasfemia
      
 
      
            
              66
            
¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: Culpado es de muerte
      
 
      
            
              67
            
Entonces le escupieron en su rostro, y le dieron de bofetadas; y otros le herían con las varas
      
 
      
            
              68
            
diciendo: Profetízanos, oh Cristo, quién es el que te ha herido
      
 
      
            
              69
            
Y Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se llegó a él una criada, diciendo: Y tú con Jesús el Galileo estabas
      
 
      
            
              70
            
Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices
      
 
      
            
              71
            
Y saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús Nazareno
      
 
      
            
              72
            
Y negó otra vez con juramento: No conozco al hombre
      
 
      
            
              73
            
Y un poco después llegaron los que estaban por allí, y dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu habla te hace manifiesto
      
 
      
            
              74
            
Entonces comenzó a imprecarse, y a jurar, 
diciendo: No conozco al hombre. Y un gallo cantó luego
      
 
      
            
              75
            
Y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente